viernes, mayo 18, 2007

Oslo, Noruega, 2005

Así trata Gustav Vigeland los cólicos del lactante, a pares. Al oeste del centro urbano se exponen más de 200 esculturas de este querido artista noruego, en un área del Frognerparken que lleva su propio nombre. Decidió compartir toda su obra con sus vecinos más cercanos, con la intención de que el pueblo pudiera disfrutar de su magia lejos de la frialdad de un museo. El Monolitten es la mayor atracción del parque, con 17 metros de altura y 121 figuras humanas entrelazadas, simbolizando, como siempre, todas las etapas de la vida hasta la muerte. Otra escultura famosa es el Sinnataggen, el niño enrabietado, inspirada por lo visto en un hijo del propio Vigeland. Tras un obligado paseo por el puerto, el ayuntamiento y la fortaleza Akershus, este tranquilo lugar es una estupenda elección para terminar el día.

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