Tras un largo paseo junto al mar se llega hasta Den Lille Havfrue, una sirenita de bronce fundido, erigida en honor de uno de los personajes más queridos del escritor Hans Christian Andersen. Un amor terrenal imposible que empeoró su vida acuática para después convertirla en aire espiritual, tras elegir un beso furtivo en lugar de una daga clavada en el corazón. Una historia bonita y sencilla, como simples son, al estilo danés, las líneas de la estatua.
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